Citas: El designio del ángel (Cynthia Hand)

viernes, 20 de diciembre de 2013

«Al principio veo a un chico entre los árboles. Es más o menos de mi edad, a medio camino entre la infancia y la madurez, quizá tiene sólo diecisiete años. Sólo le veo la nuca, el pelo negro rizado y húmedo que se le pega al cuello. Una extraña luz naranja cubre el cielo por el este. Un fuerte olor a humo. Avanzo un paso hacia el muchacho. La tierra cruje bajo mis pies. Él me oye. Empieza a darse la vuelta. Un segundo más y veré su cara. Es entonces cuando la visión me abandona. Parpadeo, y todo desaparece.» (sinopsis)
Todos los demás seguían siendo los mismos, y yo había cambiado. Todo lo que podía hacer aquella noche era quedarme allí tumbada con este conocimiento, sobrecogida y asustada, acariciando mis plumas suavemente, a la espera del sueño. (Clara)
(en clase, profesor:)Cada cual debe proporcionar tres hechos únicos acerca de sí mismo. Si alguien del círculo tiene algo en común con esos hechos debe levantar la mano. […] Shawn acaba de afirmar que tiene la tabla más… chula del condado de Teton –el profesor Phibbs enarca sus cejas pobladas–. Lo que fue refutado por Jason.  –Mi tabla es como una rubia preciosa –se jacta Shawn.  –Nadie puede discutir que eso es un hecho único.
(Clara sobre Tucker)Está mirando por la ventana el álamo del jardín agitado por el viento, el árbol que se sacude frenéticamente, con un temblor viviente en todas y cada una de sus hojas. Me encanta ese árbol. Verlo a él allí, admirándolo, me pone de los nervios. Quiero meter a Tucker en una pequeña caja de seguridad donde pueda tenerlo controlado, pero él se resiste a permanecer ahí dentro.–Bonito árbol –comenta.El chico es de una profundidad insospechada.
 –¿Qué estás haciendo? –le pregunto a la chica del espejo. Ella no responde. Me mira con ojos brillantes, como si supiera algo que yo no sé.(Clara)
Te amo –susurro sin pensarlo, y me sorprendo por segunda vez. Las palabras en angélico suenan como el murmullo entre el viento y las estrellas, una música suave y nítida. Sus brazos me estrechan. Lo miro a los ojos.–¿Qué has dicho? –me pregunta. Sus ojos me dicen que quiere oírlo alto y claro.–Oh, ya sabes. Algo así como que me gustas.–Ajá. –Me besa en la comisura de la boca y aparta un mechón de pelo de mi cara–. Tú también me gustas mucho, pero mucho.

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